A veces no nos damos cuenta de cuánto cambió el mundo en los últimos años.
Hace poco mas de 100 años, que es nada en la historia de la humanidad, la luz eléctrica era un beneficio que la mayoría de las personas no conocía.
Hace 30 años, Internet era ciencia ficción.
Hace 10 años las redes sociales eran para «jóvenes aburridos».
Hoy hablamos de web 3.0, cryptocosas y mil innovaciones impensables en el pasado reciente
De hecho escribo esto mientras mi aspiradora robot está limpiando el piso…
En el 2003, estuve un mes por trabajo en San Pablo, en ese mes hablé una vez sola por teléfono con mi familia, las llamadas por internet no existían y una llamada telefónica era impensable por los costos que implicaba.
Hoy hago videollamadas con amigos que están en el otro lado del mundo como algo super natural.
El cambio se está acelerando…
Eso no tiene nada de malo, al contrario, es genial
El problema es que nuestro cerebro no se adapta a la nueva realidad tan rápido.
La evolución es lenta.
De hecho, muchos de nuestros patrones de conducta están fundamentados en comportamientos primigenios de nuestro cerebro.
Cambia el mundo y nosotros seguimos usando los mismos patrones para interpretar ese mundo nuevo.
Un ejemplo claro de esto es el concepto de status social.
En la antigüedad el status social en nuestra tribu podía ser la diferencia entre vivir y morir.
Por miles de años nuestro cerebro aprendió que ser reconocido entre nuestros pares es importante.
Es lo que te permite buscar la mejor pareja y tener sexo, es lo que te permite comer primero, etc.
Claro, la tribu era reducida, eran tres gatos locos.
Hoy, gracias a las redes sociales, estamos viviendo algo que los psicólogos llaman: «Expansión vertical de grupos de referencia»
En otras palabras, ya no me comparo con mis pares de la tribu, me comparo con todo el universo, en especial con el que sigo por Instagram, TikTok, Facebook, Youtube o la red que quieras.
Eso siempre termina generando angustia, busco ser igual a personajes de ficción (si, lo que vemos en las redes no es lo que son las personas en si).
Y eso trae un vacío.
Una de las formas que buscamos de llenar ese vacío es con consumo.
Quiero ser como Fulano, entonces busco parecer o hacer lo mismo que fulano.
Y para eso, consumo, lo que me genera más vacío y eso me hace consumir más y entro en una vorágine de no termina nunca.
¿Qué puedo hacer al respecto?
Una opción es abandonar las redes… pero estaríamos yendo en contra de la evolución… Difícil en el largo plazo
Otra opción es entender lo que queremos ser realmente y de una forma consciente hacer un plan para llegar ahí.
Tomar ese camino de conciencia presente nos ayuda a no actuar por reflejo, nos ayuda a hackear el cerebro y hacer las cosas distintas para ser más felices.
Por eso siempre mi pregunta inicial con mis clientes es ¿Cómo quieres vivir la vida?
Al final, el dinero tiene que ser una herramienta para eso.
Un abrazo
Rodrigo