El otro día le tuvieron que dar anestesia general a mi hijo para un estudio. La cuestión es que conocí al médico que la iba a administrar, un hombre de unos 50 años con mucha “onda” con los niños, algo más que importante, tanto para el pequeño como para el padre.
Al rato entró en la sala otra persona, un señor mayor cuyo aspecto no parecía el de un médico, pero que ingresó con mucha confianza. En un abrir y cerrar de ojos, vi que ese señor estaba sobre la mesa junto al pequeño.
Poco después escuché un llanto: mi hijo se había pseudo-despertado. Luego lo sacaron aún dormido en la camilla.
Mientras intentaba despertarlo del todo, aquel señor se me acercó y me dijo:
—Para despertarse, tiene que respirar profundo.
Acto seguido, tomó una manguera de oxígeno, de esas que hay en los hospitales y que salen de la pared, y le soltó un par de chorros de aire en la cara. Eso hizo que comenzara a reaccionar.
Mientras Maxi despertaba, el hombre, que resultó ser el doctor, se quedó a nuestro lado y empezamos a charlar.
Me contó que su hijo había sido el encargado de dormirlo, que era anestesista como él.
Me contó que tenía 87 años y que en un rato tenía que irse a cuidar a sus nietas… Me habló de sus hobbies, del hospital en los años 50 cuando lo construyeron, de Propios en la época en que todavía era de tierra… Una memoria envidiable. Yo quedé fascinado.
Ante tanta lucidez, le pregunté por qué seguía trabajando a sus 87 años. Su respuesta me dejó pensando:
—Para ser anestesista hay que estar leyendo todos los días, porque es una profesión muy cambiante. Eso me mantiene activo, y además, me gusta mucho hacerlo. No me imagino dedicándome a otra cosa.
La reflexión
Muchas veces nos enfocamos en el concepto de la libertad financiera, en dejar de trabajar y vivir de nuestras inversiones. Pero creo que es mucho más valioso encontrar nuestro propósito y dedicarnos a él. Ahí es donde el tiempo deja de pesar.
Como este hombre, que a sus 87 años sigue disfrutando de su profesión tanto como hace 50 años.
Maestros que nos encontramos por ahí en la vida.
