No soy lo suficientemente rico para comprar cosas baratas

«No soy lo suficientemente rico para comprar cosas baratas»

Leí esa frase una vez y cada tanto me la repito, le doy vueltas, la acepto y sin embargo vuelvo a caer en la trampa.

No quiere decir esto que no hay que buscar la mejor opción precio/beneficio, pero muchas veces caemos en sesgos de confirmación, o sea que solo vemos lo que queremos ver.

Mi última recaída en esto fue con una máquina de cortar pasto, en particular con una bordeadora/desmalezadora.

La marca por excelencia es Sthil, si te fijas, es la que usan los funcionarios municipales que cortan pasto, así como la mayoría de los profesionales.

Pues, cuando me tocó comprar una, ya hace un tiempo, descubrí que había Hyundai a, literalmente, la mitad de precio que la Sthil más básica.

Me puse el balde en la cabeza y compré la Hyundai, bajo la premisa de que había descubierto el secreto mejor guardado de los jardineros, al final, Hyundai hace autos…

Cuestión es que la semana pasada terminé comprando una Sthil porque la Hyundai murió sin arreglo aparente.

La reflexión de todo esto que la gran mayoría de las veces cuando sentimos que estamos descubriendo algo exageradamente bueno y que nadie sabe, le estamos errando.

Si bien no hay que seguir a la masa cual zombies, tenemos que entender que en la masa hay una sabiduría colectiva que quizás vale la pena escuchar antes de ponerse el balde en la cabeza.

Y vos ¿Te pasó que compraste algo pensando que eras más inteligente que los demás y luego te terminaste clavando?

Te leo.

Un abrazo

Rodrigo