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Los límites y el consumo – ¿Qué compramos realmente cuándo compramos irreflexivamente?

compras

niños consumistasCuando los padres o abuelos o tíos de caemos en la promoción (aún inadvertida) de consumismo de nuestros niños, no somos conscientes de que se está gastando mucho más que dinero. Al comprar por comprar les están enseñando ideas y maneras de vivir. Si los acompañamos por el camino del consumismo, estamos enseñándoles a regirse por el mandato de otros, a basar la supuesta felicidad en cosas materiales y desconocer que uno no es lo que tiene.

La publicidad vende objetos, y con ellos ideas. Intenta convencernos por ejemplo, de que si poseemos determinada cosa, vamos a ser más felices o respetados, que todo lo nuevo es mejor que lo viejo, que todos los exitosos consumen determinada cosa, que todos deberíamos tener lo que queremos cuando lo queremos, que lo caro es lo valioso y que todo lo importante cuesta dinero. Estar atentos a estos mensajes es imprescindible si queremos transmitir otra filosofía de vida, más saludable y plena.

La autoestima es el valor que nos damos nosotros mismos. La autoestima saludable implica conocer nuestras fortalezas y que, al ser conscientes de nuestras debilidades, seamos capaces de sortearlas para florecer felices.

La autoestima es sana si se basa en características esenciales de las personas. Quien la sustenta en características pasajeras (belleza, juventud) o externas a sí mismo (posesiones y posicionamiento social), se equivoca de cimiento.

Una de las habilidades más debilitadas por el consumismo es la capacidad de controlar los impulsos. El ejercicio de autocontrol es imprescindible para lograr su fortalecimiento, lo que resulta fundamental si queremos que aprendan a no caer en tentaciones. En un mundo tan plagado de peligros disfrazados de diversión y glamour, enseñar a los niños a distinguirlos y a saber decir que no a lo que se quiere decir que no es una gran protección para siempre.

Cuando se cae en el facilismo de comprar por no enfrentar un conflicto con el niño, se está perdiendo una oportunidad perfecta para enseñarles cosas fundamentales para su fortalecimiento emocional.

Si sabemos enfrentarlo a una reflexión inteligente, a lograr postergar una satisfacción inmediata y breve por otra mejor pero demorada, a saber distinguir si algo es necesario o simplemente una curiosidad momentánea, a basar su autoestima en sus valores esenciales y no en lo que posee, estamos haciendo de ellos personas mucho más dueñas de sí mismas y con mayores posibilidades de ser felices.

Cuando compramos objetos, también compramos, sin darnos cuenta, ideas y estilos de vida. Ser conscientes de ello es lo que nos permite elegir solo lo que realmente deseamos enseñarles a nuestros hijos.

 

Extraído de  “Los límites y el consumo” de la colección de «el País» de Natalia Trenchi: “Guía para padres: los límites enseñan”

 

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