«Como padre muchas veces me siento en inferioridad de condiciones frente a la influencia que tienen en mis hijos la televisión, internet, sus compañeros. Aprenden a hablar como ellos, incorporan sus modismos y me temo que también sus ideas. Me pregunto si finalmente les quedará nuestra prédica o se transformarán en lo que ven en las pantallas»
Los niños tienen muchos maestros, es cierto. El resultado final depende de una complejísima dinámica entre sus características personales y todo lo que reciben del entorno. En esto último entran los padres y el clima familiar, la escuela, sus referentes elegidos y encontrados y la sociedad (la que lo rodea «en vivo y en directo» y aquella que es amplificada y deformada por los medios).
PROBLEMA 1: Aprender que las cosas no nos hacen más o menos felices.
En relación a la influencia de la crianza, queda muy claro que las mejores y más poderosas consecuencias positivas se obtienen cuando se combina un vínculo de amor fuerte, estable y seguro con un estilo de crianza firme y coherente, que les trasmita ideas y criterios.
Está demostrado que la crianza en casa sigue siendo una fuente muy importante en la formación de los niños. Ellos van absorbiendo nuestras ideas, nuestras costumbres y nuestra cultura, la mayor parte del tiempo sin que nos demos mucha cuenta.
Por eso es bueno que los padres se detengan a pensar «¿qué le estoy enseñando sobre el consumismo y el dinero?». Quizás sin darnos cuenta estamos haciendo que una y otra respuesta sean bien diferentes. Quizás no nos hemos puesto a pensar qué lugar ocupan el consumo y el dinero en nuestra vida ni que ejemplo le damos a nuestros hijos.
Cada familia tiene derecho a tener la filosofía de vida que le resulte mejor, pero lo que es importante es estar atento a enseñarles lo que realmente queremos enseñar y no mandarles mensajes que no son los que conscientemente queremos mandar.
Las investigaciones sobre la felicidad son contundentes al demostrar que, salvo que las personas sean extremadamente pobre, tener más dinero produce incrementos sorprendentemente pequeños en la felicidad. Lo más importante para cómo nos sentimos no es cuánto dinero tenemos sino lo que hacemos con él, si somos capaces de vivir en armonía con nuestros valores personales y si hemos podido construir vínculos satisfactorios con las personas que nos importan.
Hay personas con mucho dinero y muy felices, otras con horribles vidas vacías, y personas hundidas en la depresión y otras que son riquísimas interiormente. Que los niños sepan que el dinero y los objetos son una cosa y la felicidad es otra, que el dinero que se tiene, dice poco sobre el valor de la persona que lo posee. Ambos conceptos son fundamentales para aprender y valorar adecuadamente. Esto se aprende en casa.
Diferentes etapas y conceptos
Todo lo relacionado al arte de vivir saludablemente lo aprenderán viéndonos vivir en la realidad y también de las conversaciones que tengamos con ellos al respecto. El ejemplo siempre es un poderoso maestro, pero la palabra le da sentido a lo que hacemos.
A medida que crecen incorporan diferentes conceptos relacionados con el dinero y el consumo.
Los preescolares no están aún en condiciones de entender completamente no el sentido ni el valor del dinero. Saben que a cambio de dinero podemos conseguir cosas que nos gustan y que su falta nos impide muchas cosas que querríamos. Aún creen que muchos billetes es mucho dinero, y que el cajero automático nos regala todo lo que necesitamos cuando lo necesitamos, indefinidamente.
Ellos mismos van haciendo preguntas que nos demostrarán cuánto entienden y cuánto no. Algunas serán de fácil respuesta; otras nos exigirán reflexiones sobre aspectos vitales de nuestro entorno. No es tan complicado explicarles la diferencia entre caro y barato, pero ya no es igual cuando nos preguntan: «¿por qué fulanita vive en una casa más grande y más linda que la nuestra?» o «¿por qué hay pobres?». En esos casos no solo es necesario saber hacer simple lo complejo, sino también tener alguna idea clara al respecto.
De manera sencilla les explicaremos que el dinero que tenemos es el resultado de nuestro trabajo y que cambiamos ese dinero por el trabajo de otros, servicios, objetos. El juego es un gran aliado para que entiendan la dinámica de canje de dinero por objetos.
Al madurar el concepto de número y de cantidad, pueden entender mucho mejor lo que es barato y también les va quedando más claro que una vez que se gasta, el dinero no vuelve. Las idas al supermercado pueden ser un buen ejercicio del buen uso del dinero, de auto-control y del derecho a elegir lo que nos parece más conveniente.
Pronto podrán descubrir que si se controlan en pequeñas tentaciones, pueden guardar el dinero y hacerlo rendir en algo más atractivo. Si lo aprenden de chicos, más control sobre sus gastos tendrán en su vida, pero además serán más fuertes ante cualquier tipo de tentación.
Como padres tenemos la responsabilidad de ser la mejor influencia posible sobre nuestros hijos. Aparecerán otros maestros, es cierto, pero nuestro deber es transmitir lo que de verdad creemos y queremos transmitirles.
Extraído de “Los límites y el consumo” de la colección de “el País” de Natalia Trenchi: “Guía para padres: los límites enseñan”