Hacía mucho frío, yo salía de la facultad a las 11 de la noche los martes y ese martes en particular hacía mucho frío…y el 300 no pasó…y el 174 tampoco…y no tenía intenciones de tomar un taxi.
La cuestión es que me congelé, no literalmente quiero decir, pero mi pecho sufrió las consecuencias. Seis meses tosiendo. No suelo enfermarme, pero cuando me enfermo lo hago con todo (hay que hacer las cosas bien dice mi padre siempre).
Y ta… me calenté… voy a gastar mis ahorros de estudiante y trabajador a medio tiempo en un auto. La cuestión que no es solo el gasto en la compra, también lo tengo que mantener, así que hice una cuenta de cuanto sale mantener un auto:
1 – Seguro
2 – Patente
3 – Mecánica ocasional (o no)
4 – Combustible
Lo más variable es el combustible, estimé lo que gastaría yendo y viniendo a la facultad todos los días…
Listo, lo que más me conviene es comprarme un Fusca! Y así fue! Mi primer auto! Alegría total!
Pero me equivoqué en algo……..
El fusca come nafta, pero en las cuentas que hice no pesaba tanto…ahora…me olvidé de tener en cuenta que el combustible sube de precio y por eventos «ajeno» a nuestro control (crisis petroleras, guerras, etc).
Justo el año que lo compré la nafta subió de precio, más de lo que subieron los salarios…y el fusca pasó a usarse solo en días de frío y lluvia.
Moraleja: Ojo con los indicadores que utilizamos para tomar una decisión, no hay que tomarlos literales y hay que ver cómo evolucionan con el tiempo.