Emprendiendo en casa: Minúsculos

Está de moda ser emprendedor. Y es que la imagen de emprendedor se asocia con esos jóvenes exitosos que amasan fortunas gracias a que vendieron su idea o «startup» en millones. Lo cierto es que esa imagen es una idea que se aleja bastante de la verdad, ser emprendedor es mucho sacrificio y trabajo.  Y una gran verdad es que la mayoría no llega y termina fracasando por el camino.

Ahora bien, ser emprendedor no quiere decir abrir una empresa que esté asociada con la tecnología exclusivamente, ser emprendedor es animarse a hacer y hoy les quería contar una historia que me toca de cerca y es la historia de alguien que se animó.

En Uruguay hay un problema del que poco se habla y es lo traumático que puede ser para una pareja joven el tener hijos, en el sentido de cómo eso puede afectar la vida laboral de esa pareja, en otras palabras ¿Quién cuida al nuevo integrante de la familia?

Las opciones son pocas, o se manda al niño a algún lado a que lo cuiden mientras los padres trabajan, sea un familiar o una guardería o se contrata a una persona para que lo cuide en la casa o uno de los padres se hace cargo de cuidar al niño mientras el otro sale a trabajar.

Este caso que les quiero contar es un caso dónde ambos padres trabajaban y dónde el plan era mandarlo a una guardería, pero pasó que el primer año ese niño, cómo suele pasar, se enfermó mucho y había que cuidarlo, teniendo así que faltar al trabajo alguno de los padres. Usualmente se da que es la madre la que toma ese rol y así fue este caso en particular dado que el padre no siempre estaba en el país. La acumulación de faltas y algunos factores más hicieron que esa profesional tomara una decisión, dejar ese trabajo, esperar que el niño creciera un poco y luego buscar algo de medio tiempo.

La realidad es que en nuestro país las oportunidades de medio tiempo son escasas  y así fue que nada salió.

En el jardín dónde continuaba yendo el pequeño se les ocurrió la idea de tener cómo mascota de la clase un caracol el cual es la fascinación de los niños, Paul el Caracol para ser más exactos. Eso hizo que este niño abrazara cada cosa con forma de espiral que encontraba mientras decía «Col». Así fue que la madre, nuestra protagonista, decidió hacerle un caracol de peluche. Quedó tan bueno que compartió algunas fotos en facebook y además se le ocurrió regalarle uno a una niña de la clase que cumplía años.

Estas acciones despertaron un interés en muchas personas que valoran más el hecho a mano que algo industrial, en especial cuando hablamos de un juguete para un bebé.

Fue así que nació Minúsculos un emprendimiento dónde se confeccionan artículos para bebés y niños que se hacen a mano, teniendo en cuenta todos los detalles y dónde lo más importante es el amor que se le pone a cada creación, amor de una madre por su hijo.

Los invito a que se den una vuelta por la página web de Minúsculos y que se hagan fan en su página de Facebook y que lo tengan en cuenta cuando tengan que regalar algo único, original y económico.

Lo interesante de esta historia es que una persona que tuvo que tomar una decisión difícil cómo es dejar su trabajo encontró la manera de transformarse a si misma y lograr hacer lo que le gusta para ganarse la vida, pudiendo también compartir el tiempo con la crianza de su hijo.

Si bien está lejos de la idea de emprendedor que se suele tener, para mi es un ejemplo a seguir, una muestra de que se puede a pesar de los contratiempos.

Para finalizar cabe decir que la protagonista de esta historia es mi esposa y que solo puedo sentir admiración y orgullo por su valentía.