El otro día escribía sobre ese estado de «seguridad» que nos da un empleo que nos hace infeliz en un artículo titulado: «Odio mi trabajo pero me da de comer»
Me quedé sorprendido por las reacciones que tuvo, algunas en los comentarios del propio artículo y cientas por correo electrónico… Claro, no da para andar publicando con nombre y apellido que uno no es feliz con su trabajo, es algo que no está muy bien visto por quién paga un sueldo, por eso entiendo la reserva de mucha gente que no puso comentarios en la web.
Me di cuenta que mucha gente tiene una percepción de que para buscar nuevos rumbos si o si es necesario quemar las naves, o soy empleado o soy emprendedor, o me dedico a esto o a aquello, blanco o negro.
Y si bien hay ocasiones en que eso es válido, no siempre es así, podemos buscarle la vuelta para comenzar un nuevo camino laboral sin dejar lo que hacemos hoy.
Se me ocurren dos conceptos que quería compartir al respecto, uno es asociado a invertir en nosotros y otro relacionado a como comenzar.
Invertir en nosotros
Supongamos que estoy en un trabajo que me hace infeliz, por ejemplo soy abogado penalista y me vivo peleando con gente, y siento que sería mucho más feliz laburando de carpintero, porque siempre me gustó la madera y el ruido de la garlopa, pero estudié derecho y tengo que usar esa maldita corbata todos los días cuando quisiera ponerme un lápiz en la oreja y dar riendas sueltas a la creatividad.
En realidad no se nada de carpintería, pero me gusta, siempre me gustó y siento que nací para ser carpintero.
Capaz que se me fue la moto con el ejemplo, pero el ser humano tiene una tendencia a añorar aquello que perdió o que no tiene al punto que construye una imagen romántica. Un claro ejemplo es del uruguayo que se fue a vivir al exterior y añora la rambla cuando estando acá no la pisaba nunca.
Hacemos una construcción mental de algo que difiere mucho de la realidad. Lo cierto que mi amigo abogado no tiene ni idea lo que es el laburo de carpintero, pero en su calentura con su trabajo lo ve como un futuro brillante y prometedor.
Entonces, si estamos en una posición A y queremos cambiar a una posición B, lo primero que debemos hacer es estudiar B, invertir en nosotros mismos para entender de que se trata esa nueva profesión que quiero adoptar.
El abogado primero que estudie carpintería, a ver si le gusta realmente, si es lo que lo llena.
Pero eso no es todo, muchas veces el trabajo difiere del oficio. Un ingeniero en computación no piensa mientras estudia que deberá estar 48 hs despierto preparando una licitación (true story), o un arquitecto todos los líos con los obreros que no quieren trabajar, etc, etc
Por eso es importante, antes de buscar un cambio a un nuevo trabajo, entender de que se trata el trabajo, no solo el conocimiento, sino el trabajo en si. Para eso la única forma es hablar con gente que esté haciendo eso el día de hoy.
No hay nada como un baño de realidad para bajar de una pedrada la imagen que nos construimos de algo que añoramos.
Como comenzar
Imaginemos que soy el abogado podrido de la corbata del ejemplo anterior, pero esta vez estoy convencido que lo mío es ser entrenador en tiro con arco y flecha, que es mi pasatiempo desde chico y soy el que mas sabe en todo el país. (hoy estoy onfire con la creatividad).
Usualmente pensamos que para poder dedicarme a eso que me gusta, tengo que dejar mi trabajo, invertir miles de dólares en instalar una academia de arco y flecha, comprar equipamiento, contratar personal y luego hacer publicidad, para luego esperar que lleguen los alumnos que entusiasmados por Arrow quieren aprender a tirar. Si no llegan me fundo.
En el ambiente emprendedor, agile y todo eso se habla de algo que creo que todos deberíamos conocer, que es el Mínimo Producto Viable (MVP por sus siglas en inglés).
Lo que se dice es: Salí lo más rápido que puedas al mercado con un MVP cosa que si te equivocás no te cueste y te des cuenta rápidamente. Un MVP te valida la idea antes que te la juegues del todo.
Llevado al ejemplo, este abogado debería decir: ¿Cómo valido mi idea?… creo un grupo de Facebook y comienzo a invitar gente, luego los invito a un taller de arquería con mi arco y el de un amigo en un lugar púbico (dónde no pueda flechar a nadie). Si prende la idea, quiere decir que hay un público interesado. Mi MVP funcionó, si a nadie le interesa la idea de un número de convocados interesante, entonces capaz que esto no va a andar.
Ahora, si funcionó, basta preguntarme como puedo seguir iterando sobre mi MVP para hacer una nueva versión mejor que la anterior. ¿Clases una vez por semana?
La idea es que si quiero emprender, no tengo porque saltar al vacío de una, lo puedo hacer en paralelo, empezando de a poco y validando la idea paso a paso.
Muchas veces es incompatible con nuestro empleo actual, pero la verdad es que conozco cientos de emprendedores que están en etapa de paralelo porque su emprendimiento viene caminando pero aún no les da de comer. Algunos descartaron los MVP porque no funcionaron, otros están en plena iteración.
Algo que se dice es que un primer MVP nos debe dar vergüenza, no hay que ser perfeccionistas sino salir rápido a validar.
En resumen, se trata de buscarle la vuelta sintiendo que no pisamos en falso, mucha gente lo necesita, otros no tanto, por eso todos somos diferentes y la clave es hacernos con las herramientas que no sirvan a nosotros para construir un camino personal.