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La navaja suiza de las finanzas
Eran las 7:50 de un día de semana. Estábamos sentados en la mesa desayunando, como todos los días de escuela. La conversación fluía sobre el día que venía por delante con la siempre catarata de «por qué?» que los niños tienen a cierta edad. Hubo un pequeño silencio entre bocado y bocado y entonces pasó.